Camino: forja de espíritu

 


Quizá con el título he despertado el interés de algún miembro del Opus Dei, y en el caso de que así haya sido siento decepcionarle, no trataré en este artículo la obra de Josemaría Escrivá de Balaguer aunque reconozco que he intentado introducir  <<surco>> en el título de todas las formas posibles.

No es un secreto para nadie que en mi grupo de amigos el Camino de Santiago tiene una importancia especial. Caminar desde Marín hasta Santiago de Compostela en una noche se ha convertido para nosotros en una tradición heroica en la que, por una noche, nos disfrazamos de Sísifo y afrontamos con pasión el tormento de cada caricia al suelo. 

Usted estará pensando que andar no cansa, le aseguro que nosotros pensabamos lo mismo un 16 de agosto de 2019 a las 23:35 en el muelle de Marín cuando subíamos a Instagram una foto de equipo con el #Empezamos que pronto se convirtió en un #Aversiacabamosvivos.

A lo Coto, se nos apareció el diablo y nosotros nos reímos de él en su cara, tontos nosotros nos atrevíamos a retar a la dificultad, permitiéndonos hacer sprints al grito de "el último es maricón" (nunca fuimos chicos deconstruidos)  y un valiente se atrevió a zamparse un fuet sin ni siquiera haber llegado a Pontevedra, el destino de este valiente fue dormir en una cuneta de una remota carretera al lado de un bosque dejando para el recuerdo frases inolvidables que no mencionaré en vano. 

Las anécdotas que puedo contar de 4 años de camino son innumerables, pero a este artículo lo he titulado "forja de espíritu" y es que puedo decir que me cambió la vida. En la evolución que he llevado en estos últimos dos años (no lo detallaré porque creo fervientemente en que la vida oculta es la vida mejor) la influencia del Camino es innegable. El poder de "si has conseguido hacer el Camino... ¿qué no puedes conseguir?" ha sido y sigue siendo inagotable en mi día a día, y me atrevo a afirmar, sin saberlo, que algo similar le ocurre a mis amigos que lo han podido acabar.

Si algún día gano un premio de algo (albergo esperanzas de un Ballon D´or) tendré que agradecer encarecidamente al Camino de Santiago, ya que, como con Kevin Roldán, con él empezó todo.

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