Todo se tambalea.
Vine a hablar sobre el miedo. Leí el artículo de Xabi (Afluente do Miño, río Sil). Releí el de Iván. Dudo sobre qué escribir. Me he dado cuenta de que últimamente no tengo más que dudas, todo lo que parecía tener claro se ha vestido de densa niebla. Quizá hablo del miedo.
Todo se tambalea, el artículo de Xabi me ha recordado el episodio que ha hecho que todo empiece a temblar. Conocí a un buen hombre, persona entregada y honesta, también disfuncional. No sé qué quiero ser, sé que no quiero ser.
Nunca imaginé que en el mejor momento de mi vida, donde he conseguido un gran rendimiento estudiantil y físico y comenzado en el mundo laboral con grato resultado, la realidad iba a citarse conmigo en un golpe seco al riñón, un golpe de campeón al que ningún adversario puede sobreponerse.
Me he dado cuenta de que soy un cobarde que esconde la basura debajo de la cama y únicamente transita la parte de habitación que está limpia. Escucho Miedo de M-Clan, una versión en directo con Bunbury. Un verso de la canción dice "miedo, de volver a los infiernos". Me pregunto si algún día he salido de él.
Iván escribe "Quédate a solas con el silencio, de noche, y piensa en ella, que aún la tienes. Piensa en como sería tu vida sino te despertase con unas palabras cariñosas cada mañana". No es solo que no tengo palabras cariñosas cada mañana sino que toda la vida he huido de tenerlas. Soy incapaz de querer y de soportar ser querido. Detesto que me toquen. Toco mucho, y no por cariñoso, sino por un intento desesperado de hacer ver a la otra persona que no soy un monstruo. O más que hacerle ver, convencerle con independencia de lo que la realidad, a la que nunca se puede eludir, dictamine.
Me he convertido en una máquina protestante, una bestia de lo competitivo y un incompetente de lo que la ciencia no puede explicar (sí, el amor). Con amor no solo me refiero a parejas, lo sabéis bien.
Estas últimas noches me he estado diciendo, tienes que trabajar en esto, joder, vulgar estupidez, protestantizar lo que es en tanto que es entre otras cosas por no haber sido protestantizado. Soy un producto del sionismo, no un degenerado satánico sino un psicópata propio de Christian Bale en American Psycho.
La conclusión es, menos Lutero y más Nacho Raggio. Seguiré informando.
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