Fueron 4 versos





Lanzaba ayer Sabina su canción de despedida mientras que yo hacía el cardio de la media tarde. Una rutina aburrida la cual pongo en valor los días de lluvia en los que salir es una odisea para los que sufrimos catarro fácil. Iván Garnil compartió el vídeo y yo al verlo pensé, al llegar a casa lo escucho. Como de costumbre me olvidé y no fue hasta que me encontré con un clip de Andrés Calamaro comentando la canción y su aparición en el videoclip.

Fueron 4 versos los que me colocaron frente al espejo, los que me describieron mejor de lo que yo nunca he hecho: 
 

Yo, que soy cinturón negro en pesimismo
Que me fundo en cuatro copas el jornal
Que prefiero ser cualquiera a ser yo mismo
Que prefiero ser Don Nadie a ser Don Juan

No es un secreto para nadie que no bebo alcohol por lo que el segundo verso en mí no aplica pero son el tercero y el cuarto los que más se clavan en el cerebro, precisamente mi último artículo De las últimas semanas dice refiriéndose a ese deseo de no ser nadie "Yo no lo digo narcisistamente, al contrario, a veces quiero ser uno más, encajar sin más".

En las últimas semanas la mente me juega malas pasadas, voy por la calle comprándome con todo el mundo y, con una autoexigencia que en momentos dulces es destructiva (en los momentos duros proporciona un fuego interior que te convierte en invencible), viendo en cualquier persona virtudes que en mi ser son imposibles de encontrar. Con esto no vengo a dar lástima, todo lo contrario, lástima es lo último que quiero dar, sino a hilar con Sabina algo de lo que he dado cuenta hace poco y que iba a escribir en un artículo que nunca escribí titulado Lector de cicatrices.

Tengo muchos referentes, desde niño, por fortuna, la admiración me invade. La otra cara de la moneda de la admiración es la envidia. Camilo José Cela decía que España es un país cuyo pecado capital es la envidia y que, en un país como este donde solo se puede ser o envidioso o envidiado, él elegía la segunda opción. Por suerte no soy envidioso. No creo ser envidiado por nadie, tampoco creo que no ser envidiado por alguien sea bueno, todo lo contario.

Es normal tender a idealizar a tus referentes, en ellos encuentras virtud y un reflejo de lo que en algún aspecto tú quieres ser pero esto resulta un error garrafal. Tu ídolo padece problemas muy similares a los tuyos. A veces ves a una persona y dices, ojalá ser como él. Él se mira en el espejo y dice, ojalá no ser así. Cuando hablo del espejo no me refiero exclusivamente a la estética sino a una forma de analizarse en todos los aspectos. Quizá sería bueno analizarse menos.

Hace unos días un famoso se tiró por un balcón. El Xokas (haré este pseudoanálisis con famosillos porque se conoce más sobre su intimidad) se creaba cuentas falsas para insultarse con los que le criticaban. Antonio Gutiérrez confesó que tiene ganas de llorar cuando se ve a un espejo. ReneZZ tuvo que irse a una casa solo en otro país para hacer introspección y empezar a escribir su libro. Jesse James subió un vídeo sobre la dismorfia en el que él confesaba sufrirla y hasta el mismísimo Larry Wheels también. El propio Sabina con su Lo niego todo rehuye de su propio pasado. Podría seguir así con infinidad de personas a las que uno u otro admira. César Alonso, que se pegó contra 5 en el evento de Jordi Wild tiene una entrevista en el canal de Claudia Nicolasa donde cuenta su experiencia con la profunda depresión que sufrió. Veo a gente mal. Las estadísticas del aumento en enfermedades mentales son incontestable. Lo más seguro es que las nuevas tecnologías tengan algo que ver pero no es mi ocupación ponerme a dar veredictos y soluciones de temas que no entiendo. 

No sé como acabar el artículo porque tampoco soy muy consciente de cual es el tema del que trato. Probablemente no seas la mierda que crees ser, probablemente otro desearía ser la mierda que eres. Un abrazo estepario y mucha fuerza en tu guerra interior, la ganarás, estoy seguro. 




    
                                                       

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