Reflexioncilla entre estudio.

 Últimamente no sé de qué escribir. Tengo la cabeza completamente enfocada en los exámenes pero sin ser capaz de centrarme profundamente en ellos, tengo ganas de otras cosas. Retomar cosas viejas y abordar cosas nuevas. Además no sé centrarme en dos cosas a la vez. En una conversación de hace unos días me destacaron eso, abriendo la posibilidad de que tenga no se qué patología (me han diagnosticado sobre cuarenta y siete mil millones de patologías en estos últimos meses) y me di cuenta de que es cierto (pero sin patologías ni cosas modernas).

El teaser del podcast de René ZZ con un tal JL Cordeiro, un ingeniero y economista que afirma que el ser humano será amortal en 2025, despertó en mí una inquietud poco grata. 

La idea de no morirme me dio escalofríos, y no es que no le tenga miedo a la muerte que si bien no me atormenta me da el respeto que le puede dar a cualquiera. ¿Por qué querría un ser humano vivir para siempre? Me acordé de una canción y de una película.

La película es Troya, esa mítica escena en la que Aquiles recita el "los dioses nos envidian" y la canción, como no podía ser de otra forma, Media Verónica de Andrés Calamaro donde la pobre Verónica escribe con la tripa revuelta en la pared "la vida es una cárcel con las puertas abiertas". Nunca me quise suicidar, por fortuna esos pensamientos jamás invadieron mi mente. Tiene que ser horrible, no me puedo ni imaginar que puede haber en la cabeza de una persona que decide que la mejor solución para sí mismo es que no exista el sí mismo. Es fácil decirlo pero luchen hermanos. 

La vida terrenal eterna es para personas que no son curiosas. Coño, ¿cómo vas a renunciar a saber qué hay después? Pero más allá de eso, creo que la amortalidad plantea una tragedia para el hoy, no el mañana. En lo personal, y a sabiendas de que esto lo leen tres personas contadas, confieso que hay mañanas en las que cuesta encontrar un por qué para hacer las cosas. Pues imagínense esto pero sabiendo que "el tiempo no corre", puff, basta. Lo voy a plantear en términos económicos. El valor de X se alcula en función de la oferta y la demanda, si existe una oferta superior a la demanda el valor de X disminuye mientras que si es la demanda la que supera a la oferta funciona de forma inversa. Me pregunto si la demanda de vida es tan alta como para que con una oferta cuasi infinita el valor de esa misma vida no esté por los suelos. Imagino que eso dependerá de cada uno. Estoy tonteando con la muerte a la hora de escribir. Un abrazo a mis tres lectores Iván, Xabi y Milo.

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