Noche interminable
Aún con lo mucho que se odiaban, no pudo evitar echar de menos a Fleckey y sus granos una vez abandonado el internado al que no iba a volver jamás. Porque asqueado de una nueva expulsión huyó, y decidió que el destino marcase sus pasos, hasta que se dió cuenta que con veinte dólares no se compra más que una habitación de hotel, y que las putas no están solo para hablar.
No lo habrás entendido, obvio, menos si no eres lector, pero quisiera el chico ser un protector, que evitase la caída de niños jugando en un campo de trigo... No, no era trigo. Centeno eso es, evitando que niños caigan al abismo que acecha el campo de centeno, y que no descubran el Rye con lo que conlleva. Abismo del que esa madrugada, aquel chico no pudo volver, porque Caronte lleva en su barca de un lado a otro, pero no por ello deja de ser parte del lago.
Jose Arcadio y Aureliano, dos hermanos opuestos, chiquillos hasta los 12 y 40 respectivamente, cuando tocó crecer, cuando tocó irse, porque se queda pequeño un pueblo, y la noche blanca nunca termina
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