Tazón de café sin azúcar
Cuando Úrsula veía al gemelo Aureliano Segundo se imaginaba que era su hijo el coronel en el momento en el que descubrió el hielo. Condenado a la maldita soledad de hacer y deshacer pescaditos de oro, de recordar el tren con 3000 muertos o tejer su manto de muerte. Enamorarse era una mala inversión como diría Sabina, y mas para un Buendía, o sufría el amado, o se enamora de su familiar. La tercera opción era la muerte anunciada con premonición, ascendiendo al cielo o al acabar la lluvia, eso es todo.
No, no hay nada mas en uno de los mejores libro de todos los tiempos según la crítica, porque el tiempo va en redondo, y siempre es martes bajo el castaño
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